martes, 25 de noviembre de 2008

DESOLACIÓN (SIN ORIENT EXPRESS)


Pues eso. Sin Orient Express ni siquiera con el Transcantábrico. RENFE Media Distancia y va que chuta.

Iba a contar lo que me pareció mi tour dominical por el CaixaForum de Barcelona y no sé si atreverme. En poco más de tres cuartos de hora y sin prisas (¡será posible!) me vi las cuatro exposiciones, la de Mucha, la de los Uffizi, las Zones de risc de la colección de la Caixa y hasta la del Espai Montcada, de un señor que se llama Fermín Jiménez Landa. Y hasta tuve tiempo de tomarme un té y de ir a rezar un rato al Schmerzraum de Beuys, que es casi en el único sitio donde me encontré a gusto.

No sé qué me pasa. Y no sé si atreverme.

lunes, 17 de noviembre de 2008

COCIDO


Cocido, y seguramente mucho mejor que el de la ilustración, es lo que comimos el sábado con nuestros amigos preferidos, ahítos de pintura chorreada, de celebraciones orgiásticas a seis millones de euros la celebración (y la orgía) y bastante hartos de los complejos de los unos y de los otros. Pero no hubo siesta porque había que escribir un artículo, ordenar cientos de papeles que amenazaban con devorarnos (y estuvieron a punto) y quedar bien con amigos y conocidos que se empeñan en escribirnos aunque siempre parezcamos unos maleducados.

Pero, bonjour tristesse, tras cumplir con los rituales del sábado nos dimos cuenta de que hace un año estábamos más encabritados y, por lo tanto, más felices. Que ya nadie se pelea por nada, que se siguen abriendo galerías como si tal cosa, que las ferias madrileñas parece que se duplican, pero nada más, que el pan no es pan ni el vino vino pero que aquí no pasa nada. ¡No se enfada nadie!.

¿Por qué Damien Hirsch no mete la tuneladora de Barceló en una piscina de formol? ¿Por qué no hay un coleccionista mexicano, primo segundo de Sergi López, que lo financie? ¿Por qué Eduardo Arroyo sigue sin escribir nada, con lo que nos gusta y nos divierte?. Aquí no se enfada nadie y los blogueros, pobres de nosotros, nos tenemos que conformar con dos o tres suplementos semanales donde nadie habla de los gintonics de Fernando Castro Flórez ni de las bufandas de Calvo Serraller.

Esto es un aburrimiento.

sábado, 15 de noviembre de 2008

EL PRECIO DEL ARTE (ROCIADORA DE PINTURA "AIRLESS")


No lo puedo evitar. Tengo que volver a hablar de Barceló, de Moratinos y de ABCD porque acabo de leer la columna de Ignacio Ruiz Quintano dedicada a nuestro actual “Chico de la semana”, Moratinos, y titulada así, tout simplement.

Me confirma el presunto gafe del pintor, hace un requiebro sensacional a Tita Cervera (¡que bien escribe Ruiz Quintano!) y se mete con Almodóvar y con Arzallus, lo que tampoco me parece mal. Lástima (lo digo de nuevo) que mis escritores (Castro Flórez o Ruiz Quintano) sean tan de derechas y los otros pasen a representar a una izquierda de la que me voy acostumbrando a avergonzarme. Lástima de atraso cultural, lástima de siglos espeluznados, apagados, acomplejados y con olor a ajo frito, a pólvora y a ese odioso casticismo (de boina o de barretina) que parece que sigue enquistado, además, en los ministerios y en las consellerías.

Que la aparente respuesta sea la máquina de Barceló para fabricar estalactitas (¡y a qué precio!), el silencio sepulcral del señor ministro (¿de qué cultura?) y el papanatismo del público me hace renunciar a muchas de las convicciones que desde hace tanto tiempo me empeño en construir, en mantenerlas, en convencerme, precisamente.

Me voy a comer con mis amigos, con mis amigos preferidos, y prometo no volver a mentar a la bicha por lo menos hasta el lunes.

N.: La ilustración corresponde, precisamente, a la rociadora de pintura Airless LP 8006 (“Nueva”).

jueves, 13 de noviembre de 2008

LEVE PASEO (SUAVE, SUAVE)


Ayer no volvimos a pensar en Miquel Barceló (lagarto, lagarto) ni en Juncosa ni en Moratinos a pesar de que a Fernando Castro Flórez se ve que el tema le pone. Y no está mal porque, a pesar de los pesares (que pesan, y bastante), se atreve a llamar “mezquino” y “caradura” al pintor y supongo que no son insultos. De todas formas esos asuntos me ponen de mal humor, no me gustan nada, odio que las mascaradas confundan a los lectores de los dominicales para que, al final, aspiren a comprar un barceló falso como un duro mallorquín (en Mallorca creo que la ceca acabó con Fernando VII, más o menos)), a coleccionar despropósitos y a plantarse en Art Madrid con el ánimo dispuesto. Dicho sea con todos los respetos por esa feria, que habrá que verla (y este año con los ojos bien abiertos).

A lo que íbamos. Con un ánimo por lo menos aparente (lo de la disposición es algo más religioso) ayer nos propusimos venerar a Ródchenko en la estupenda exposición que le han montado los de Caixa Catalunya (Anton, tú que me lees y lo admites –no como otros- súbete a La Pedrera a verla, si es que no lo has hecho ya).

La exposición es más exacta que espléndida, pero es preciosa. Y hablaremos de ella este mes en nuestro medio habitual si no se tuercen las cosas y el sábado me pongo a ello, Natalia, que también me lees y también lo admites.

Ayer llovía en Barcelona, poquito, pausado (suave, suave), los sándwiches de Mauri estaban buenos, como siempre, y el otoño se había rebelado un poco aunque no tanto como para ir a refugiarse en una librería. “Fuimos” de exposiciones, al quartier clásico que, la verdad, dura poco: Mayoral y sus treinta picassos, de los que solamente hubiéramos robado uno (el mejor si no el único de los treinta: un apunte cubista sobre cartón, pequeñito, precioso). Lo demás, dedicatorias, apuntes figurativos y algún que otro garabato. La luz bastante mala pero no se trataba de eso. Daba un poco igual.

Y luego la depresión. Mayoral abre antes y los demás a las cinco, por eso empezamos con él. Y después, ¿por qué no logro recordar el nombre de ninguno de los artistas excepto el de Gao Xingjian, porque no hay más remedio?. Lo peor es que no me gustó nada: ni Joan Prats, ni Taché, ni Toni Tàpies (¿pero se puede saber qué son esos pareos de Tere Recarens?) ni, desde luego, el premio nobel. ¿Por qué era todo tan feo?. Ni bueno ni tan siquiera malo. Aburrido a morir, blando, insulso (suave, suave).

La culpa no era del Ródchenko previo. Espero que no. Ni de la tarde gris ni de las obras del Paseo de Gracia ni de Miguel Ángel Moratinos (¿se llama Miguel Ángel o Manuel Ángel?). Ni siquiera del oscuro y patético asunto de la cúpula mallorquina. Me aburre la calle Consejo de Ciento y me estremece, ahora que lo pienso, ese aburrimiento. Me aburre el aburrimiento pero por lo menos me da para escribir. Tendré que pedirle a Álex Susanna que me contrate como groupie permanente de Caixa Catalunya.

martes, 11 de noviembre de 2008

BIENALISMO


Mi amigo Jorge, al que últimamente no le hago mucho caso, me ha avisado de una nota que ha escrito nuestro crítico de cabecera (de cabezal, de mesilla de noche e incluso de mesita auxiliar), Fernando Castro Flórez, a propósito de Miquel Barceló, de “su versión patética de las cuevas del Drac” en la cúpula de Ginebra y de su candidatura (¿se dice así?) para protagonizar el pabellón español de la próxima Bienal de Venecia. Lamento, de todas formas, que don Fernando sea demasiado de derechas y cargue las tintas en el acento político del asunto (¡del affaire!), en convertir a Moratinos en el Dreyfus de la trama, salvadas sean las distancias y las circunstancias (auque a lo mejor, tampoco), y que el palo se lo dé a El País y un poco de paso a la democracia española. Por algo escribe en ABC, desde luego. Pero me gusta que se meta con Juncosa y con Calvo Serraller, el crítico de la bufanda color salmón (¡qué color, Dios mío, qué color!), como nos gustó que se metiera, a fondo, con Ana Laura Aláez en su día (que manda narices la señorita Aláez) y, en general, su estilo metedor, cicatero y punzante como esas “herrumbrosas lanzas” que blandía otro crítico al que no me atrevo a nombrar porque estuvo a punto de prohibírmelo.

Pues sí, no me gusta ni que me prohíban nada ni siquiera que me lo propongan. Me dan vergüenza mis paisanos, me aterroriza pensar que propugnen desde sus cátedras (bueno, no todos son catedráticos) esa sinrazón y, lo que es peor, esa falta de sentido común (y lo digo sobre todo por el de las lanzas herrumbrosas).

Un imbroglio que no me hace ninguna gracia. Desde el Ministerio (“los” ministerios) y desde los salones más o menos públicos se vuelve a proponer lo improponible, se vuelve a mentar al gafe y se eleva a los altares a uno de los pintores que han conseguido hacer de su “sopa” (la palabra es suya) un conflicto tremendo entre Tàpies, Picasso, Pollock y el Dalí más decrépito que embadurnaba sus telas falsas con carmín de una vedette de la segunda fila del Crazy Horse.

Me avergüenzan mis paisanos y prefiero seguir hablando de Yma Súmac y de Juan Manuel Caneja porque una me pone nervioso (descanse en paz) y el otro me reconcilia hasta con la Meseta. Me hace olvidar los prejuicios, vamos. Relegarlos.

No está la noche para muchas gaitas pero los tiempos se están empezando a poner divertidos.

Seguiremos, pues.

viernes, 7 de noviembre de 2008

SOPAS


Digamos que me suelen resultar indigestas. Según cuales, claro.

domingo, 2 de noviembre de 2008

YO TAMBIÉN QUIERO SER UN DISC-JOCKEY


Noviembre es un mes dado a la reflexión, un poco a la autocrítica y otro tanto a entonar un cierto mea culpa al compás de la procesión de las Ánimas o al menos de esa cantata tan conocida de Bach, que está más a mano. Así me lo enseñaron y así lo practico, en silencio y con una actitud un pelín mística.

La temporada ya está más que empezada, la gente en verano, por lo menos fuera del palacio de la Magdalena, se dedica a beber caipirinhas, a leer novelas policíacas y a no echar demasiadas cuentas (ni a hacer ni a echar) y luego pasa lo que pasa. Pero hay alguien que sí lo tiene claro, y lo digo muy en serio. Por lo menos hay dos que lo tienen claro, que saben lo que dicen, que dicen lo que saben (y se callan lo callable) y lo publican y a mí me da entonces la sensación de que no todo está perdido, de que el yermo patrio no es tan yermo (ni tan patrio) y que vale la pena seguir en este tendido, el tendido de sol, a ver, a aplaudir, a pitar, a echarle leña al fuego, más, a capear el temporal (menos) y la mayoría de las veces sin cobrar. Es decir, pagando.

Los dos tipos que lo tienen claro son Manuel Borja-Villel, el director del Reina Sofía, y Fernando Castro Flórez, crítico y lo que le echen. Que suele ser mucho. Ayer Laura Revuelta publicó una buena entrevista a Borja-Villel en ABCD que resulta bastante esclarecedora, que me pareció y me sigue pareciendo limpia, medida (que no comedida) y sobre todo inteligente. Inteligentes las respuestas, claro. Sólo estoy en desacuerdo con una frase, “una obra de arte nunca puede ser una ilustración” porque sí, porque puede “ilustrar” un texto, una partitura o incluso un pasaje fílmico e interactuar: el texto, el film o la partitura ilustrarían a su vez a la obra pictórica, escultórica o lo que sea e incluso el contenedor de esa obra (los frescos de la capilla Sextina o los personajes de Juan Muñoz) les da sentido, la “explican”, y no lo tendrían, ese sentido, fuera del contexto. Pero ese es otro asunto y además Borja-Villel no quería decir exactamente eso.

A reflexionar, pues, y me lo digo a mí mismo, que no soy disc-jockey ni de mi propia cocina.

N.: La fotografía es de José Ramón Ladra y aparece en www.nortecastilla.es.