sábado, 25 de septiembre de 2010

MALVERSACIÓN DE FONDOS


Sin demasiada fe, como vamos a tener que irnos acostumbrando, acometí ayer tarde una visita a la exposición Humano, demasiado humano en el Caixa Forum de Barcelona, tratando de esquivar a Miquel Barceló y, aunque con esa poca fe, con algo de esperanza.

Mala virtud, se ve. A esa exposición pretendidamente humana y nietzscheana hay que ir, aunque sólo sea eso (que es bastante), con caridad. Porque si no habría que echar mano de la fortaleza y de la templanza que merecen alguno de estos espectáculos.

El señor Valentín Roma, el comisario, ha revuelto en los fondos de la colección de La Caixa, los ha entreverado con otras cosas prestadas (los tàpies de la Tàpies y los picassos del Picasso) y se ha largado un discurso pequeño y me parece que circular sobre el arte español de los 50’s y 60’s despachando, con ese plumazo circunvalador, dos décadas que fueron “literarias” y “dramáticas” (en palabras del comisario), de eso no hay duda, pero que francamente fueron algo más.

Mucho más que esas dos docenas de cuadros y dos esculturas, creo recordar, de esos dos sauras más vistos que las historietas de la familia Ulises, salpicados de un guerrero que siempre nos ha parecido desdibujado (“ese” guerrero), unos cuantos tàpies surrealistas que dan un poco igual, tres millares que han envejecido peor que Catherine Deneuve, una menina que no se sabe a qué viene (¿por qué una menina y precisamente esa?), dos cosas del Equipo Crónica parece que como contrapunto, un collage de Ràfols, al principio, que ese sí que no sé que tiene que ver con nada y, en fin, una sosería y una sinrazón que llevo varias horas sin entender. Ubi caritas? ¿Dónde está la caridad? ¿Y el amor?

Pues ya que nos hemos puesto a no tener fe en el presente (es un decir) seguimos practicando caridad con el pasado y eso suplicamos a los historiadores. Y ese poquito de amor y pedagogía que merecería una exposición de ese calibre. ¿Cómo explicarles a los estudiantes de Historia del Arte que nuestro pasado no empezaba en la calle Montcada y acababa en Consejo de Ciento? ¿Y a las amas de casa? ¿No sería mejor iniciar en Caixa Forum una excursión en autobús y llevar a la gente al cementerio de Montjuïc, al Camp de la Bota o a las Viviendas del Congreso, donde el dramatismo está más que asegurado, y meterlos luego en la Biblioteca de Catalunya o en la de la propia Fundación Tàpies para hartarse de literatura?

Porque nos gusta Guerrero, y lo tenemos casi-casi en la hornacina central de nuestros altares, porque nos sigue gustando Tàpies, que ese sí que aguanta chaparrones, hasta literarios, porque las Meninas de don Pablo nos siguen mereciendo un respeto, porque aunque Saura y Ràfols nos den igual siguen teniendo su sitio en el mundo de los interiores, porque nos gusta la historia y la pedagogía y hasta la literatura, por todo eso, no logramos entender esa falta de amor, de lógica y de sentido común de la pequeña exposición demasiado humana. Que no lo es, ni en los límites ni en las intenciones.

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