domingo, 18 de febrero de 2007

FUN FAIR




Aunque realmente se trata de una “trade fair” y no de un “fair ground”, pero estuvimos en ARCO, bastante fun, más de lo que esperábamos y, desde luego, fair.

Estuvimos el sábado, durante casi ocho horas, como los estudiantes de Bellas Artes y los buenos matrimonios burgueses madrileños, algunas pandillas de provincias, menos que otras veces, y, por supuesto, ningún famoso. Ni Carmen Posadas ni las Koplovitch ni Carla Goyanes, que esas van otro día, o no van.

Entramos por el pabellón 7, “el clásico”, como hemos oído llamarlo por ahí, porque así lo habíamos previsto. Y fue un acierto. Antonio Machón, nada más entrar, en su repetitivo y previsible stand (él tiene una “caseta”), enseñaba un jordi teixidor grande pero un tanto “manqué”, con lo que nos gusta Teixidor porque es de los abstractos españoles de la sección de “no torturados” que siempre tiene algo que contar. Y elegantemente. En fin. Además, un antón patiño desdibujado y sin interés alguno.

Dando traspiés en la incómoda y espantosa moqueta gris de siempre, mal encolada también como siempre, llegamos a Altxerri, una estupenda galería, constante y seria, que colgaba seis espléndidos cuadros objetuales de Carmen Calvo, a la que adoramos, de pan de oro, y dos fotos intervenidas. Precioso y mejor que lo que ahora tiene Joan Prats en Barcelona u otra de las piezas que tenía en la Feria. Esa maraña de pelucas que ahora se gasta son un poco liosas. De todas formas, Carmen, te queremos.

Y entonces empezamos a ver cosas serias. E imponentes. Todos los espléndidos andré masson en Joan Gaspar, sobre todo un pastel y grafito sobre tela, gris, pequeño, espectacular, las esculturas-objeto-souvenir marinos de Kcho en Louis Carré, cerca de un bores precioso, ocre y amarillo, para llegar al stand en el que más disfrutamos de toda la Feria, el de la uruguaya Sur, con doce o trece torres garcía a cual mejor, y con un recoveco estupendo lleno de dibujos, acuarelas y notas y varios barradas de los que nos hubiéramos llevado todos. Y cada uno.

En el otro pasillo ya, y sin correr, una escultura magnífica de José Pedro Croft, por el que siempre hemos sentido debilidad, en Senda. Luego, en 1900-2000, vuelta al museo real, que no imaginario, con su despliegue habitual, pero espléndido, de Dubuffet, Max Ernst (uno pequeñísimo, precioso), más Masson (una acuarela muy bonita), el Picabia más coleccionable que hemos visto nunca (para un “boudoir”, no para un museo), Óscar Domínguez y varios “cadavres exquis” que hemos leído que había comprado (dos o tres) el Estado para el MNCARS. Ventas había. No muchas pero había. Pero nosotros hubiéramos comprado el masson y el picabia y ahora no estaríamos escribiendo: estaríamos arrobados, un poco inquietos pero seguros de nosotros mismos. Si compráramos para el Estado no es que mirásemos con lupa, que lo haríamos, sino que esperaríamos quedarnos igualmente arrobados aunque no lo pudiéramos colgar en casa. Y seríamos implacables. Y exquisitos (¿un museo como un boudoir? ¿por qué no?).

Elvira Mignoni colgaba un esteban vicente amarillo y azul muy bonito, los de Bernd Klüser, al lado, varios dibujos de Beuys fuertes y llenos de encanto y casi enfrente el espectacular espacio de Jan Krugier y Oriol, museo puro, con, sobre todo, el mejor cuadro de la Feria, un nicholas de staël esplendoroso, grande, no muy caro (dos milones de euros) y que no estaba vendido. Ese dinero es el que disponía el Estado para el MNCARS (creo que compraron más de treinta cosas), y, además, Nicholas de Staël no cabe, así, solo, en el Reina Sofía, por ejemplo, pero ese cuadro, y ya que ha venido hasta aquí, merecería haberse quedado. Mi memoria amatoria (cada vez más fiel) va a guardarlo esperemos que para siempre.

Entonces nos cansamos de enumerar. Empezamos a correr, vamos. De Carles Taché no nos gustó nada, ni él, la Marlborough siempre se copia a sí misma (nos parece el mismo stand desde hace veinte años), la celebrada Pacewildestein (vuelta al redil), con tàpies muy bonitos pero sosa (aunque espléndidamente sosa, claro), Guillermo de Osma con cosas preciosas pero vistas (y anotadas) muy a vuela pluma, que ya empezábamos a estar cansados, y luego un abrazo a Adolfo Sobrino que tenía una pieza estupenda de Sergi Aguilar en su SCQ, un paseo por las revistas y una pausa corta.

La tarde no vamos a contarla porque fue cansina, con sorpresas pero un poco buscando la pieza concreta, la galería concreta, sin dejarnos sorprender en una esquina, que es lo bonito. El mejor stand, con mucho, el de la madrileña Vacío 9, que nos recomendó edu comelles, tan perspicaz, el más anodino el de Joan Prats, que lo tenía casi todo vendido, y el más incomprensible el de la Lisson, al que íbamos con entusiasmo (demasiado, se ve). Aunque en general había buenas piezas y mejores intenciones (Fúcares, Windsor, Dels Angels). La pieza que hubiéramos comprado (ni preguntamos el precio), una fotografía de Frank Thiel en Helga de Alvear, aunque la señora nos ponga más que nerviosos. Y lo peor, el montaje de la Feria (el eterno mal montaje de IFEMA, la improvisación), el ruido, el olor (¿por qué tiene que seguir oliendo a frito, a plancha de sandwich mixto mal fregada?), las casetas institucionales, que no tienen ningún sentido y ese ruedo de pequeños espacios para los “Proyectos” que parecen almacenes abandonados (lo son, algunos) y que dan una sensación de pobreza enorme. De pobreza-pobreza.

Si me dan un stand enfrente de una de las cafeterías o en una de esas esquinas mal iluminadas, tenebrosas, con un mostrador con cuatro azafatas antipáticas que se hacen un lío con las bolsas, me enfado de verdad. Pero ya no estamos en eso, ni lo volveremos a estar. Además, veintiún años después, ARCO sigue un poco como siempre: el galerista cansado (con una cocacola encima de los catálogos), el galerista nervioso (todavía no ha cubierto gastos) o el galerista indiferente (le da igual el dinero o ya ha vendido lo justo). Pero ni una sonrisa. El único que tenía flores en la mesa era Álvaro Alcázar, el antiguo Metta, unas rosas blancas bastante bonitas. Los demás seguían serios, con cara de aburridos, no muy bien vestidos, bebiendo cocacola, excitados, sobre todo, porque ya no pueden fumar. Dentro.

2 comentarios:

edu comelles dijo...

Interesante comentario el de mi Santa madre y hermana tuya:
-IFEMA?? yo asocio estas siglas a la imporvisada morge del 11-M y a nada más....

manuel allue dijo...

Es una santa, tú lo has dicho.