domingo, 19 de septiembre de 2010

CLAUDE COLLET EN UN MUNDO DE ENANOS (EN UN MUNDILLO)


Hace dos noches se inauguró en el Museo de Arte Moderno de Tarragona la exposición de la fallecida artista suizo-barcelonesa Claude Collet, La recerca de la identitat, exposición en la que algo hemos tenido que ver aunque sea en su aspecto “mecánico”, digámoslo así. Y en ese trabajo me he topado con una artista para mí desconocida, brillante, tanteadora, que no escondía sus dudas pero sobre todo pintora-pintora, algo a lo que no solemos estar acostumbrados y que nos sigue sorprendiendo. Para bien y para mal.

En el acto de presentación dijo unas palabras Daniel Giralt-Miracle, al que le teníamos perdida la pista, o casi, y volví a sorprenderme con una defensa aferrada de la pintora, un canto a la figuración y un lamento por el olvido institucional de los pintores, de los buenos pintores de la posguerra catalana que han ido a parar, alguno de ellos, a oscuras salas de subastas o a ignotos almacenes de la periferia. Que no son malos sitios, según se mire, porque un día vas y los encuentras y entonces se produce el milagro (o el milagrito).

Giralt-Miracle se refería sobre todo al MACBA porque sí que se le ha hecho caso a la artista, en esta ocasión, desde un museo, pero las cosas quedan siempre desflecadas y en este país (porque esto “es” un país) si no estás en la colección de la Caixa-MACBA no eres nadie. Y aún así. Pero me gusta el MACBA, aunque no siempre, pero le haría falta una dosis, o varias, dos añitos, digamos, de alguien como un Juan Manuel Bonet a la catalana, que existe, para que desempolvara a raros y olvidados, revolviera en los almacenes del Ayuntamiento, de la Generalitat, de las Diputaciones, del MNAC, del mismo MACBA, en los desvanes de las viudas y de los herederos, en las trastiendas de los anticuarios y nos regalara de vez en cuando un ”Caneja” catalán, o un Ortiz Echagüe, que no voy a poner nombres para no molestar, y así revisar de vez en cuando el pasado oculto, lo que está a punto de morir sepultado y que, miren Ustedes por donde, a mí me parece que todavía brilla.

Todo esto viene a cuento porque estoy convencido de que hay que escribir los trocitos de historia con el mismo encanto con que alguno de nuestros artistas lo han pintado. Y si no encanto, entusiasmo. Y a lo mejor arrojo.

Últimamente estamos algo pasivos y no nos da por cantar mucho ni a nada. Pero esos enanos que no dejan crecer a sus contemporáneos hacen más: sepultan a sus muertos y, lo que es peor, borran el nombre de sus lápidas. En esta Arcadia, al final, no va a quedar ni dios.

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