miércoles, 8 de octubre de 2008

QUÉ PESADO ESTOY


Bastante a menudo me acuerdo de mis amigos muertos, cosa que no tiene nada que ver ni con la fe ni con la caridad (grosso modo) pero un poco, un poquito, con la esperanza. O eso me parece.

Y me acuerdo de cuando Pepe Arense, tan listo (tan cabal), me contestaba, al decirle que Fulano o Zutana eran unos pesados, ese definitivo “Manolo, es que todos somos unos pesados”. Pesadez por pesadez prefería, siempre, la suya. Que no era pesadez, ni mucho menos, sino insistencia.

A Pepe Arense, ya lo he contado alguna vez en este sitio, nunca lo admitieron en ARCO. No a él, espero, sino a su galería, a su manera de hacer, a su manera de ver y de entender el mundo, a su forma de explicarlo y, al final, al trabajo sus artistas. Esos artistas colgaron (les colgaron) su obra en otros stands, claro, pero nunca hubo uno con aroma soriano. Y ellos se lo perdieron.

Soy un pesado pero es que estoy triste. Me da completamente igual que la Zutana sea una lerda y el Mengano un impresentable. He perdido demasiados de esos aromas y, ahora que está empezando el otoño, sólo se me ocurre montar una galería virtual con mis amigos muertos, con los perdidos, con los olvidados o con los desmerecidos. Que son bastantes. Doy una vuelta a los ojos (miro alrededor) y me doy cuenta de que mis fetiches están vivos. Quietos pero vivos: una postalita con un pedazo de madera de Ignacio Basallo, un paquete de Gitanes atravesado por seis clavos de Peter Hone, un grabado manchado de té, y no a propósito, de Javi Correa Corredoira, un acrílico muy azul y muy pequeño de Gonzalo Lindín, una foto descompuesta de Manolo Quintana, otra estupenda de Víctor Gómez, tan joven que asusta (dos fotos estupendas), una Propuesta para una instalación de Xoan Anleo (cuatro papeles), una carta de mi señor Padre dirigida a don José Ortega y Gasset (una copia), una foto de José Tomás, tremenda, y otra magnífica de los Armaos de la Macarena ya por la mañana del Viernes Santo, fetiches (hay muchos más) para acompañar a mi Mac, tan listo él, tan imprescindible, tan buen compañero.

Ya se ve, estoy pesado.

*La ilustración corresponde a una de las fotos citadas de Víctor L. Gómez titulada, para entendernos, Del pino, 40x53 cm.

4 comentarios:

aparis dijo...

En la fotografía, ni la mujer ni el niño están mirando a la cámara y la tienda, además, “se vende”. Recuerda un cuadro de Hooper, incluso por la luz, que no acaba de ser ni natural ni artificial.

Alguien decía que los muertos jóvenes hacen bonitos cadáveres, a quienes hemos sobrevivido la juventud ya no nos queda esta opción haremos, además, un cadáver clásico, o de maduro o de viejo.

Nos queda la ventaja de poder oler, olerlos, olernos, de tener blogs de cocina donde ya no se habla de comida o de arte donde se habla de ausencias. Maldito otoño.

A mi me parece que la reencarnación sí que existe en mi propia vida, es lo que siento cuando intento recordar mi niñez o mi juventud. Es como si se tratara de otra vida, de la vida de otra persona, tengo una memoria que petrifica mis recuerdos y los inmoviliza.

Pero el presente contiene momentos sensacionales, me sigue gustando determinados momentos de la lectura o del placer de ver o volver a ver, o estar y sentir el contacto de la piel con el exterior.

manuel allue dijo...

Anton, me dejas estupefacto cada vez que me (nos) escribes. Pues sí, maldito otoño. Ayer no tenía ni melancolía ni vulnerabilidad, dos de los estados, el melancólico y el vulnerable, preferidos por un poeta y por algún que otro pintor. Tenía ganas de escribir, eso sí, y de describir un poco mi entorno para ver si hoy me sentía a gusto. Hoy, ya ves, ni fu ni fa.

No sé nada de reencarnaciones y me suelo preocupar, claro está, del presente. Pero me gustaría volver a tener treinta y cinco años. Y volver a equivocarme.

La chica y el niño de la foto están esperando a que pase una procesión en un pueblo que no recuerdo de Sevilla. La foto, que tengo colgada justo aquí delante, tiene un color ocre dorado precioso, antiguo, meridional, claro. Justo al lado tengo una reproducción del retrato de Leonardo atribuido a Francesco Melzi que está en la Royal Collection y otra del Perfil del Guerrero, esa sí de Leonardo, que me parece que está en el British. Ni lo sé ni tengo ganas de buscarlo. Ambos, de perfil, miran a la joven sevillana que también mira hacia la izquierda. Los tres, ocres, dorados, espléndidos, no me hacen ni caso.

I. Basallo infinitos dijo...

Manolo;
Esa postalita con un trozo de madera
la conservas, me alegro de reconocerte, cuantos tiempos.

Si te parece pásate por estos Blogs

http://ignaciobasallo.blogspot.com/

http://ignaciobasallo.wordpress.com/
Un saludo desde Ourense.

I. Basallo infinitos dijo...

Manolo;
Esa postalita con un trozo de madera
la conservas, me alegro de reconocerte, cuantos tiempos.

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Un saludo desde Ourense.