lunes, 4 de febrero de 2008

FERRÁN GARCÍA SEVILLA




Buen palo le pegó Miguel Cereceda a García Sevilla el sábado pasado en ABCD. Nos hemos reconciliado, francamente, con el crítico que ha escrito una crónica de lo más volandera sobre el artista, con un gracejo especial y, precisamente, con buen espíritu crítico. Desde el título, El arte de escurrir el bulto, hasta las afirmaciones no digo ya rotundas sino rotundísimas a las que parecía que ya nos habíamos desacostumbrado. Y con estilo, con buen estilo y bastante gracia.

A pesar de la exposición, o quizás por culpa de ella, recordamos que siempre nos hemos sentido bastante próximos al artista, a su deambular, primero con muchísima energía, luego con alguna duda de más, pero con la sensación de que seguía en forma. Pero los recuerdos nos suelen traicionar y los críticos, afortunadamente, son de mucho recordar.

Hay algo en los antiguos profesores de la facultad de Barcelona (no sé si García Sevilla lo es aún) que parece que les una y a la vez les despegue de la abstracción “Tàpies” por un lado, “Ràfols” por el otro. No sé si me explico. Y no sé si me explico a mí mismo porque estoy convencido de que esto no lo lee nadie. Hay un complejo Tàpies en los más ortodoxos, en los más matéricos (estamos hablando de pintores) y un “deje” Ràfols en los otros, los líricos o liricistas o lirizantes. En Madrid los abstractos, y los pintores en general, lo tienen más fácil. O lo tenían. Los de Cuenca en Cuenca, los del barrio de Salamanca en el barrio de Salamanca y los demás, heterodoxos. En Barcelona los liderazgos eran más nítidos (por decir algo), no hay geografía que valga y las galerías haciendo a pelo y un poquito a pluma. Aunque no mucho.

Y en ésas, en esas rotundidades casi programáticas, se han perdido o se han despistado o han quedado como diluidas bastantes buenas carreras, pintores considerables que lo más lejos que han llegado es a la rue du Bac, lo que tampoco está tan mal, pero con los que no se cuenta nunca. O se cuenta poco.

No vamos a hacer ninguna lista de pintores “que podían haber sido“ porque me parece irreverente y hasta cierto punto inmoral. Pero lamento haber perdido de vista a bravos artistas que habían iluminado el panorama con algo más que luces (con trabajo, por ejemplo) y que, o me he despistado o no sé dónde están. Sólo voy a citar a Albert Gonzalo, que en su día, cuando vi no sus primeros sino sus segundos cuadros, me gustó mucho y que también había sido o a lo mejor todavía es profesor en Sant Jordi.

Se me ha ido el santo al cielo y el recuerdo, en este momento, está en un cuadro espléndido de Xavier Grau, no muy grande, que un antiguo cliente le compró a la antigua galería Maeght a bastante buen precio (circa 1988). Supongo que aún lo debe de tener en su casa de La Coruña y que sus devociones todavía deben de ir por ahí. Las nuestras, también.

Nota:

La lustración corresponde al cuadro titulado Bol 5, de Ferrán García Sevilla, acrílico sobre tela, 200 x 200 cm., fechado en 2005, perteneciente a la Galería Joan Prats, de Barcelona, y exhibido en las páginas de Artnet.

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