domingo, 6 de enero de 2008

LA MARCHA RADESKY



Estoy seguro de que es gracias a los blogs que los críticos actuales acometen su trabajo con un espíritu (y una letra) distintos. Félix Romeo nos contaba ayer en ABCD qué es lo que él lee y qué es lo que hay que leer “algo resacoso” en la primera mañana del año, esa mañana (decimos nosotros) acompasada por la tremenda Marcha Radesky y los slalom gigantes. Algo estrepitosa de más, pues.

Fernando Castro Flórez, el mejor crítico español de arte de este momento, nos dicta en el mismo medio y páginas después su crónica sobre el libro de Umberto Eco, Historia de la fealdad, escrita la pasada Nochebuena. Los detalles autobiográficos, dietariales, si es que puede decirse, salpican, como en un blog, al crítico. Al buen crítico. El mismo Castro Flórez ha venido publicando un blog estupendo que lamentablemente ha clausurado el mes pasado.

La Navidad parece que aproxima incluso a los severos críticos. Aunque no hay que confundirse. Hay quien sigue ejerciendo el oficio con su habitual tono adusto (no sólo son adustos los gestos) y quedamos presos de la sensación de asfixia que producen sus textos atiborrados de citas, de viajes al Parnaso, de idas y vueltas a Ítaca, excursiones a Rapallo y ascensiones algo trabajosas al monte Ventoso: quizás, y me lo digo a mí mismo, escribir “en” la biblioteca no sea el mejor recurso literario. Pero a mí de momento no se me ocurre hacerlo a pelo.

Pues en ese otro tono, con ese tono vivaz, publicó hace unos días nuestro crítico preferido el mejor texto en español de todo 2007, Petrificación del deseo, sobre la exposición de Robert Mapplethorpe que está teniendo lugar en la galería de Pepe Cobo. Escrito con soltura, con ironía, con requiebros, sabiendo muy bien de lo que habla, y no es fácil porque de Mapplethorpe se han dicho muchas cosas. Supongo que Castro Flórez conoce lo que dijo Warhol no recuerdo bien dónde cuando estaba enfadado con el fotógrafo: que era un mentiroso y que le olían los pies. No sé si llegaron a reconciliarse nunca pero incluso artísticamente no se trataron muy bien. Las fotos del uno sobre el otro, tan conocidas, se alejan del sentimiento piadoso de la vida, ese sentimiento que no hay manera de que aflore en nosotros con según quién. Con Joseph Strauss desde luego que no.

2 comentarios:

Ana Pedrero dijo...

Pues dos cositas: cada año me doy cuenta de que sin la marcha Radesky es como si no hubiésemos pasado de fecha en el calendario. Pero suena la música en Viena, primero el Danubio Azul y después la gran marcha de Radesky mientras quienes han pagado un pastón dan palmas como si fuesen parte de la misma orquesta y sí; es 1 de enero, fijo. Después, podemos seguir dormitando. Pero al menos ya sabemos que hemos abierto un nuevo año.

En cuanto a Mapplethorpe, yo no haría caso a quienes escribieron sobre él. Precisamente porque este genio lo dejó todo escrito, dicho, retratado y descifrado. Sus desnudos impresionantes e instigadores; sus atletas negros con sus enormes pollas (lo siento, Manolo; debería decir penes, pero seguro que el fotógrafo se revolvería en su tumba), sus blancos y negros, su homosexualidad sin tapujos, sus encuadres.... no sé... creo que se me nota demasiado que siento una devoción especial por este fotógrafo. Para mí, uno de los genios que nos dio el XX, sin duda.

Mil besos y a perdonar. :)

manuel allue dijo...

Desde luego que Mapplethorpe era genial. Y él escribía "cocks", o sea que pollas y no penes. La exposición de Madrid es buena, muy buena, y hay fotos que no había visto nunca, "bodegones", es un decir, donde el objeto es una figura, también.

Sus malos rollos con Warhol, pues eso, malos rollos.