Estupefacto me quedo al leer en el blog de Fernando Castro Flórez su diatriba, tremenda, contra la crítica de Enrique Andrés Ruiz en el ABCD del sábado pasado sobre Juan José Aquerreta. Escriben algo así sobre mí, pintor o crítico, y me pego un tiro.
Me sigue gustando, y mucho, don Fernando, aunque no entendí bien su artículo en el mismo número de ABCD sobre la exposición de Tehching Hsieh en el MOMA. O lo entendí demasiado. A F.C.F. no le gustan ni las reliquias ni los relicarios pero lo cuenta mal, se deja llevar por su ego y por su alter y se cisca en el performer, en el museo y, de paso, en un pasado que no vivió y que se ve que le molesta. O a lo mejor es que tampoco lo entiende.
Es igual. El caso es que la que sí pone a caer de un burro es la exposición de Aquerreta en la Marlborough de Madrid y la crítica de Andrés Ruiz, “el artículo de marras”. Llama casposo al crítico y torpe al pintor y, de paso, arremete contra Calvo Serraller. A ver, la crítica la leí antes de su mención (de su “horror”) en el blog, que no he leído hasta hoy, y me dejó bastante sorprendido. Andrés Ruiz ha dejado hace tiempo, y creo que ya lo dijimos, de jugar a delfín de Juan Manuel Bonet y se ha dejado llevar por una especie de mística de la figuración que cuenta mal y, además, en una clave lírica que casi nunca viene a cuento. Cita a San Pablo cuando debería hacerle más caso a San Agustín, y se despacha con esa “maravillosa inocencia que perdura” que ni en un catálogo de galería casposa, esas sí, de la calle Petritxol o de panfleto de centro parroquial. Y Castro se enerva. Y va y lo cuenta, aceradamente, con un descaro que parece que ambos críticos no escriban en el mismo suplemento. ¿Se ven las caras en los consejos de redacción?. ¿O no existe tal cosa?. Estupefacto.
N.:
I. La fotografía, que como muchas veces no tiene nada que ver, es de Ethel Martí y está tomada en la pasada edición de ARCO.
II. De los relicarios de Castro Flórez, de los propios y de alguno de los ajenos seguramente hablaremos en el próximo número de nuestro medio habitual, la revista Art Notes, más habitual que estos mundos, ambos, a los que abandonamos demasiado a menudo.
III. Si los presuntos críticos, los que están en nómina, más o menos, se preocuparan un poco menos de los amigos que tienen en los museos y en las instituciones, otro gallo nos cantara. Y si de paso aprendieran a escribir, nos lo pondrían mucho más fácil. Aunque a lo mejor, entonces, no tendríamos nada que contar.
Y IV. Sólo me divierte Fernando Castro. Pero aunque Juan José Aquerreta me dé igual, me sigue gustando Isabel Baquedano, por ejemplo, a la que sí me parece que se le hace mediano caso. En fin.
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