Menudo palo le pegó nuestro crítico preferido, Fernando Castro Flórez, a la exposición de Cy Twombly en El Prado el sábado pasado en ABCD. A la exposición, al pintor y de paso al museo.
Hemos tardado unos días no por prudencia sino porque se me acumulan las sorpresas y, de verdad, no da tiempo. Silvia Pinal está “inquieta” por la hospitalización de su nieta. Y tendremos que hablar de Viridiana, digo yo. A las galerías les ha dado por inaugurar exposiciones serias en el mes de julio, en Barcelona Nancy convive con Picabia, con Man Ray, con Duchamp y con el turbulento y apasionante Olafur Eliasson, en Barcelona y en la Fontana d’Or de Girona, el gazpacho no se hace solo y la escalivada menos, el calor aprieta a mediodía y hay que cerrar los balcones por las tormentas… En fin, un verano inquietante que me parece maravilloso (el verano, a pesar de cuatro o cinco pesares, siempre me parece maravilloso).
La cosa es que don Fernando se despachó a gusto con la exposición de Twombly. Y le entiendo. Todavía no la hemos visto pero vamos a correr en cuanto se enfríe la escalivada y se nos apacigüen el estómago, primo, y las ideas, secondo.
La frase que más me gustó de la crítica de Castro Flórez fue la del segundo párrafo, al principio, cuando dice que “Twombly ha sido el elegido para esa primera okupación de una planta entera del edificio que Moneo perpetró como ampliación.” Perpetrar es un verbo tremendo pero útil, como la mayoría de los verbos. Y como alguno de ellos, envenenado.
Lo demás lo entiendo aunque no estoy de acuerdo. Tengo que ver los cuadros colgados (sólo he visto fotos) para saber cuán farragosos son (o cuán farragosos resultan), si realmente son “pinturas desanimadas” y si efectivamente son “más anodinos que sublimes”. Entiendo que a Castro no le guste Zugaza, el director del Prado, incluso que no le guste Moneo (a nosotros sólo nos gustan el museo de Mérida y el Colegio de Arquitectos de Tarragona), pero no comparto la insinuación, después de mostrar sus respetos al pintor, del “ánimo anticuario” y, lo dice, lo dice, de ese amaneramiento y de que “sus “referencias” tienen algo de evocación cultista o de guiño de complicidad alejandrino”. Europa vista por un yankee, vamos.
Vamos a ponerle una velita encendida, titilante a la brisa mediterránea de la tarde, a Cy Twombly y otra a Fernando Castro, un poco más atlántica, más verdosa, de allí donde el sol se pone por el mar.
N.: La ilustración pertenece a la obra de Cy Twombly Apollo, de 1972, un óleo y grafito s./ papel de 150 x 134 cm., pertenece a una colección privada y tiene un © de Cy Twombly y de la Gagosian Gallery. Además, nos parece de un esplendor ni cultista ni amanerado que a lo mejor, treinta y seis años después de ser pintada, justifica todo lo justificable. Después del esplendor (me estoy poniendo pesado) no siempre viene la decadencia. En fin.
No hay comentarios:
Publicar un comentario