lunes, 14 de julio de 2008

MEDINACELI

Ando a vueltas con don Miguel de Unamuno, releyendo, práctica que siempre he considerado veraniega, y no sé por qué, y me encuentro con sus artículos en El Sol y en Ahora, de los años 30. Habla de Castilla porque ya vivía en Salamanca y se ve que le gusta y también le cuesta cruzar y descruzar desde la Raya hasta Aragón, despistándose a veces por La Mancha, pero sólo despistándose.

No son grandes artículos ni tampoco serían un alto ejercicio de estilo pero están bien escritos y usan y hasta gastan palabras que ya ha olvidado todo el mundo, porque somos olvidadizos, ingratos con la lengua y hasta diría que traidores. Cada vez usamos menos palabras y por eso tenemos que inventarnos otras y exportar las menos amables. Pero eso es otra cuestión.

Don Miguel se pasea “Por las tierras del Cid” con la bandera republicana atada al cinto (es una imagen, claro está) y se apea en Medinaceli para recordar a Machado y “aquellas tierras tan tristes que tienen alma” y para dejarnos, como quien no quiere la cosa, una frase memorable: “Se van arrumbando las ruinas que son Medinaceli, porque hasta los muertos se mueren”.

Hace dos días que ha amanecido fresquito en este rincón (rincón abierto) del Mediterráneo donde el fresquito mañanero es cosa de más tarde, cuando la Exaltación de la Cruz, más o menos, con las Vírgenes ya assumptas y tras las dos primeras tormentas. Por eso me he acordado de Medinaceli y he rebuscado donde don Miguel y le sigo guardando luto a Pepe Arense y me entran ganas de volver a mirar esas tierras tristes desde el arco para que se me caiga encima parte del siglo XX, de repente: Caneja y Solana, sobre todo, y no toda esa serie de mentecatos que no hacen más que marear. Un poco abrigado y tras un desayuno contundente.

2 comentarios:

Nene dijo...

Desde mi cosmogónica incultura, siempre con las sensaciones de piel y con la intuición blandida cual tizona (no Tizona), entre Maragall y Unamuno, para recobrar palabras y sensaciones, para visualizar paisajes en la memoria siempre escojo el Mediterráneo. Castilla me parece bella, exótica y triste. Siempre muere un poco. En cambio el mar, como tu bien sabes, toujorus recomencée

manuel allue dijo...

Desde luego que sí, Nené, elle recommence toujours y si no, nos lo inventamos. Pero es esa belleza y esa tristeza de la que hablas la que me hace volver, física o blogueramente, a comprar algo en la librería Las Heras, en la calle del Collado, y subir luego a echarle un rezo a San Saturio, por ejemplo. Soy un jodido sentimental y el verano me pone tierno como las chuletas de cordero.