Abandonado, como tantas otras veces y como siempre sin excusa.
Hace tiempo, porque resulta que de todo hace ya bastante tiempo, leí en algún lugar algo así como que “eran tres o cuatro caballeros, antiguos guionistas de teleseries, conocidos pederastas, que languidecían en la terraza del hotel bebiendo coñac con sifón…” Nunca recordaré dónde lo leí ni quién lo escribía. Ni si eran antiguos guionistas o antiguos peluqueros o pretéritos coleccionistas de caniches, ni si tan siquiera eran pederastas o a lo mejor es que les gustaba leer Vanity Fair con cuatro copas de más y, de paso, cuchicheando. Cecil, Johnny y Samuel bebían sin mirar a ninguna parte, sin mirarse siquiera entre sí. Y hacía tiempo que habían dejado de cuchichear.
Todo esto viene a que me acabo de servir un whiskie con sifón porque no tenía Perrier y porque en el fondo no hay tanta diferencia. Y porque me estoy haciendo viejo, como Cecil, un poco menos que Johnny, el del pelo blanco y las patillas frondosas y mucho menos que el pobre Samuel que se empeña en peinar su pelo falso de forma idéntica al de su caniche. Y porque la cita, de ser cierta, me impresionó en su día.
La ilustración pertenece al conocido Leslie Hotel, en el 1244 de Ocean Drive. en Miami Beach, y seguramente no tiene nada que ver ni con Samuel ni con el pobre Johnny ni con Cecil, que es el que me despierta más ternura. Una cierta proximidad, quizás.
Mañana, si estamos de humor (bueno o malo) hablaremos de Sophie Calle y su Prenez soin de vous.
2 comentarios:
Como siempre, literatura. Escribir porque se quiere: gregueries, pensaminetos, emociones, elucubraciones, recuerdos, mentiras, engaños. Que más da disponer de Périer o de Evian. Me gusta(s)
Tú a mí también. Hoy ni Perrier ni Évian ni sifón La Esmeralda. A pelo.
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