lunes, 1 de octubre de 2007

CONVERSATION PIECE (COTILLEOS)



Acabo de recibir un mail con la lista “definitiva” de las galerías españolas excluidas de la próxima edición de ARCO. La semana pasada estuvimos hablando bastante de todo eso pero a estas horas (y a estas alturas) la lista no hace más que confirmar nuestras sospechas: se han equivocado otra vez.

Porque se trata, precisamente, de esquilmar. Y eso es lo que trasciende, desgraciadamente y, a veces, lo único que trasciende. No sé si los periodistas le van a dar bombo al asunto, de momento. Depende de lo que se muevan Cuevas o los Gómez-Acebo, aunque poco pueden hacer. Pero me parece espantoso que un comité con complejos prescinda de veintiuna galerías españolas con pasado, con un buen dossier, con miles de temporadas históricas y con bastante salero porque hay que ensanchar horizontes.

Lo peor (y todo esto me lo estoy diciendo a mí mismo) es que la historia se repite y que la memoria se ignora. Todavía quedan complejos con los vecinos e incluso con los parientes. Y ARCO debería de ser ya, de una vez, una feria de arte contemporáneo y no un patio galdosiano perfumado de garbanzos y chorizo y aderezado con los gritos de la portera.

La pobre Evelyn Botella no ha dicho gran cosa, ni la dirá, pero la siguen queriendo en Colonia y la llaman de tú en Basilea y, además, es una señora. A Nieves Fernández le tienen manía desde hace siglos, a lo mejor porque era la única que ponía un ramo de lilas sobre la mesa, cuidando de no tapar un tàpies esplendoroso y para hacer compañía a una terracota de Chillida. Adolfo Sobrino se ha partido el alma, y lo sigue haciendo, desde su tierra y cuando aterriza en Madrid, le echa arrojo y valentía y no pierde la sonrisa. Manuel Ojeda lleva siglos enseñando cuadros espléndidos (¿alguien se acuerda de un teixidor amarillo de hace más de quince años, que iluminaba todo un pasillo, siempre en el fondo?). Y los altxerris, tan pulcros, tan cuidadosos, tan buenos galeristas.

Todos ellos, y algunos más, se han seguido gastando los cuartos, haciendo de tripas corazón y echando su cuarto a espadas durante muchos años. Unos más que otros pero esto no se trata de un ranking ni de cualquier estupidez parecida.

Lo que no entiendo es con qué cara van a mirarlos sus presuntos colegas cuando paseen ante sus stands, si es que lo hacen, cuando visiten sus galerías, si es que se atreven, o cuando quieran hacer algún negocio juntos, si es que, en fin, tienen la desfachatez. Porque no se trata de dinero, aunque así lo crea Evelyn, sino de cortedad de miras. De poco estilo, de malas formas, de ordinariez, vamos.

Si en el próximo ARCO veo a alguno de los resistentes, de esos que siguen y seguirán condenados a los pasillos oscuros, los “F” o “G” o “H” o como quiera que se llamen, sin muchas arrugas en su traje de siempre y sonriendo, les voy a decir algo.

O a lo mejor no.

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