miércoles, 13 de junio de 2007

IGNASI ABALLÍ, EL COLMO DEL ABURRIMIENTO



Pues como buscar es el oficio añadido (el segundo oficio) de los blogueros, hemos buscado para no aburrirnos tanto. Y hemos encontrado una perla citada que volvemos a citar.

Ignasi Aballí ha sido seleccionado para la actual Bienal de Venecia por su comisario Robert Storr para el pabellón del Arsenale, y como artista internacional, junto a Miquel Barceló que representa ni más ni menos que ¡a África!. Nos lo podíamos pasar estupendamente hablando de eso pero preferimos ponernos pesados y entonces hemos buscado textos del primero, de Aballí, porque ya es sabido que por sus textos los conoceréis. La perla la recogió Mariano Navarro en diciembre de 2004, o sea que no hace tanto, en la absolutamente recomendable página de José Luis Brea, SalonKritik, que ya nos ha hecho algún caso.

El artista declaraba, textualmente: “La representación del tiempo y su huella, la manipulación del rastro que éste va dejando sobre todo lo que nos rodea, la simulación del envejecimiento, la inseparable relación entre realidad y apariencia; la posibilidad de modelar el tiempo entendiéndolo como algo corpóreo, y la reconsideración de términos como pasado y futuro, son algunas constantes a partir de las cuales he desarrollado determinados trabajos.”

Semejante cúmulo de lugares comunes, de problemas esenciales de la historia no ya de la pintura sino de las humanidades, por decir algo, el baudrillardismo sin sentido (¡cuánto daño ha hecho la palabra, que no ya el concepto, de simulacro!), la boutade tremenda de “modelar el tiempo” (supongo que de intentarlo) y, para qué insistir, la preocupación, a barullo, por el carpe diem que seguramente confunde con el beatus ille, nos ha producido más regocijo que cualquier fragmento de Donna Leon.

No le hemos seguido mucho la pista a Aballí, la verdad sea dicha, pero aún así nos lo solemos encontrar a menudo. La última vez aparecía medio escondido en el stand de la galería Estrany-de la Mota en la pasada feria Swab, de la que ya hablamos en su día. En una de las paredes del minúsculo espacio, y a lo mejor en una pared importante para los galeristas, colgaron unos papelitos con unos extraños signos (nos parece recordar) ejecutados con tinta (tinta-tinta) y tippex. Ni más ni menos. Como en los cuadros del MACBA pero más a lo loco. No sabemos lo que sería capaz de hacer Aballí con un ordenador. O a lo mejor sí. Porque, a tenor de sus preocupaciones temporales se vería obligado, como en el socorrido chiste de Lepe, a tachar nuestra crítica con tippex directamente en la pantalla. (Y mientras, Miquel Barceló poniéndose perdido de barro en las orillas del Níger).

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