jueves, 19 de abril de 2007
LASCHIA CH'IO PIANGA
El Día del Libro catalán viene a añadir, si cabe, un poco más de melancolía a esta primavera que no acaba de arrancar. Melancholy, vulnerability era el título que acompañó a cientos de textos que escribí desde Compostela entre 1985 y 1992 cuando un malhadado camión de cien mil ruedas me partió siete costillas, siete, a la sombra del Pico Sacro. De todos esos textos que aún ando reuniendo (dispersos, dispersados), publicados en parte entre la revista Luzes de Galicia, una espléndida publicación, la efímera página de arte de Diario 16 de Galicia, dos revistas madrileñas ya fenecidas pero, sobre todo, en El Correo Gallego de entonces, me quedan las ganas de escribir, desde luego, pero sobre todo el amor a esa vulnerabilidad treintañera que parece que no me ha abandonado. Y que mantengo, alimento y, a lo mejor, consagro (¡sacrílego!) bien traducida al castellano.
Vulnerable, pues, procuro afrontar el 23 de abril no pensando en don Miguel de Cervantes, que ni falta que le hace, pero sí repasando los suplementos de los periódicos con los que ando tirando y en los que me entretengo con sus listas, listados, de los libros recomendados, de los más vendidos pero nunca de los denostados. ¿Por qué?. Pues porque hay que tener contentas a las editoriales aunque no pasen apuros o precisamente por eso.
Una práctica que no me parece ni admirable ni nada. Una práctica, simplemente. Lo que no soporto es que se atrevan a meter en el apartado de “Libro ilustrado”, en el suplemento Culturas de La Vanguardia de ayer, por ejemplo, a cuatro o cinco catálogos de exposiciones institucionales, como si hiciera falta recomendar, un libro de cocina (el de Jamie Oliver, que no es nada, pero nada, del otro mundo), una apología apologética y apologetizadora del Santo Patrón, Sant Jordi, un libro de jardines, otro de mariposas y para de contar. ¿Les ha hecho algo Taschen? ¿Odian Alianza Forma? ¿Se han liado los Monty Python con la Baronesa? ¿O Tintín con Perejaume?
Me recojo en mí mismo, con la ayuda de Cecilia Bartoli (menuda ayuda), para entonar este Lascia ch’io pianga y dejar caer la tarde con un propósito de enmienda. Con dos. No leer nuca más lo que me recomienden y confesarle de una vez a mi psiquiatra que perdí la virginidad (literaria, claro está) el 23 de abril de 1972.
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2 comentarios:
A mí me pasa lo mismo, me sigue emocionando la civilidad del Sant Jordi, día laborable, porque no es lo mismo cuando es festivo, pero cada vez me revuelve más las tripas las características del bussiness editorial hoy cada vez más monopolizado por el amo del Espanyol y por un marketing destinado a una sociedad de analfabetos funcionales. El libro "amb cara i ulls" desaparece de los anaqueles y circulan por las librerías de Sant Jordi cosas en pastas o réstica destinados a llenar estantes medio vacios de "librerías" cuyo objeto es la sostener el televisor o los equipos de música. Cada vez más parece que los libros "muerdan" más al abrirlos, y que en las librerías teóricamente serias el libro con "cara i ulls" sea casi imposible de encontrar
Y no perder la paciancia. Siempre hay "reservas espirituales" en librería anodinas y "rincones" en alguna librería mastodóntica. Hace un momento le he tenido que deletrear "Teilhard de Chardin" a un librero (a un vendedor de libros, vamos) que seguramente conoces, por el que le preguntaba un jovencito, y que no era capaz de encontrarlo en el ordenador. ¿Tan olvidado está el pobre Teilhard?
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