domingo, 27 de septiembre de 2009

EL DANZARÍN Y LA DANZA


El verano de 1979 un buen amigo y excelente lector me recomendó un libro de Andrew Holleran (“el libro” de Holleran) que en España se tradujo así, El danzarín y la danza, y que en inglés era algo más explícito (o por lo menos más fundamental), The dancer from the dance, título que partía de un precioso poema de Yeats en el que el poeta se pregunta, al final “¿cómo distinguir al danzarín de la danza?”.

El libro, muy citado y, por lo menos en Estados Unidos, un libro de culto, traza, noveladamente, una crónica del mundo gay neoyorkino en esa época de eclosión que va desde los primeros Gay Pride hasta la irrupción del SIDA, poco más de una década.

En la novela, bastante bien escrita aunque penosamente traducida, por lo menos en esa edición (hay otra más reciente que no conozco), aparecen personajes ficticios, claro está, y reales, desde Warhol al duque de Alba (a la sazón, Jesús Aguirre), pasando por los “cancos” y los “faeries” de García Lorca, “saliendo en racimos de las alcantarillas (…) o girando en las plataformas del ajenjo”. Pero el protagonista no lee a Lorca (ni siquiera lo cita) pero sí a Ortega y a San Agustín y la novela se desliza, tremenda, entre loas a la soledad y metáforas de la fiesta pública, inauguraciones en el MOMA y truculentas noches en cualquier antro de SoHo. El libro termina con el incendio de la mítica sauna Everard que ocurrió, creo recordar, el verano del 78 y con una especie de moraleja que desdibuja un poco los buenos propósitos del escritor.

No sé si hay que leerla o no. Yo lo he vuelto a hacer este verano, justo treinta años después, y me siguió inquietando en algunas páginas. Después de todo esto (de todo aquello) hace pocos días ha muerto mi buen amigo y excelente lector de una manera atroz, sin distinguir, seguramente, al danzarín de la danza.

Y estoy completamente desolado.

N.: La ilustración corresponde a un dibujo de Víctor Mira que anda por la red y que a lo mejor no tiene nada que ver con todo esto. O a lo mejor sí (como tantas veces).