miércoles, 15 de octubre de 2008

DE BALDE


Recibo a diario el noticiario de actividades que edita la Concellaria de Cultura del Ayuntamiento de Santiago, porque me suele interesar aunque más bien en clave sentimental. Cosas que pasan.

Me gusta curiosear y a veces me sirve y otras, pocas, uso la información. Pero lo que más me gusta, tras leer el tipo de actividad (teatro, cine, exposiciones), el espacio donde se van a desarrollar, los autores o intérpretes, viene el epígrafe “prezo” y, cuando se trata de exposiciones, indica “de balde”.

Porque sí, aún se pueden ver exposiciones de balde, en Compostela, en Madrid y en Barcelona, aunque no todas las que quisiéramos. De balde es la entrada en las galerías, en alguna fundación privada y en centros municipales o provinciales. Los museos estatales y autonómicos nos suelen crujir con precios que tiran para atrás al curioso volandero, al pasajero que quiere viajar de balde a lo mejor para llegar a algún sitio.

De balde, de todas formas, también puede significar en vano.

jueves, 9 de octubre de 2008

ANTIQUE WARRIOR IN PROFILE


Anton, ése es el Guerrero de Leonardo del que te hablo en mi comentario anterior. Y sí, está en el British (me ha podido el antiguo espíritu medio coleccionista medio bibliotecario que me ha abandonado hace ya tanto tiempo).

Tienes razón: maldito otoño.

miércoles, 8 de octubre de 2008

QUÉ PESADO ESTOY


Bastante a menudo me acuerdo de mis amigos muertos, cosa que no tiene nada que ver ni con la fe ni con la caridad (grosso modo) pero un poco, un poquito, con la esperanza. O eso me parece.

Y me acuerdo de cuando Pepe Arense, tan listo (tan cabal), me contestaba, al decirle que Fulano o Zutana eran unos pesados, ese definitivo “Manolo, es que todos somos unos pesados”. Pesadez por pesadez prefería, siempre, la suya. Que no era pesadez, ni mucho menos, sino insistencia.

A Pepe Arense, ya lo he contado alguna vez en este sitio, nunca lo admitieron en ARCO. No a él, espero, sino a su galería, a su manera de hacer, a su manera de ver y de entender el mundo, a su forma de explicarlo y, al final, al trabajo sus artistas. Esos artistas colgaron (les colgaron) su obra en otros stands, claro, pero nunca hubo uno con aroma soriano. Y ellos se lo perdieron.

Soy un pesado pero es que estoy triste. Me da completamente igual que la Zutana sea una lerda y el Mengano un impresentable. He perdido demasiados de esos aromas y, ahora que está empezando el otoño, sólo se me ocurre montar una galería virtual con mis amigos muertos, con los perdidos, con los olvidados o con los desmerecidos. Que son bastantes. Doy una vuelta a los ojos (miro alrededor) y me doy cuenta de que mis fetiches están vivos. Quietos pero vivos: una postalita con un pedazo de madera de Ignacio Basallo, un paquete de Gitanes atravesado por seis clavos de Peter Hone, un grabado manchado de té, y no a propósito, de Javi Correa Corredoira, un acrílico muy azul y muy pequeño de Gonzalo Lindín, una foto descompuesta de Manolo Quintana, otra estupenda de Víctor Gómez, tan joven que asusta (dos fotos estupendas), una Propuesta para una instalación de Xoan Anleo (cuatro papeles), una carta de mi señor Padre dirigida a don José Ortega y Gasset (una copia), una foto de José Tomás, tremenda, y otra magnífica de los Armaos de la Macarena ya por la mañana del Viernes Santo, fetiches (hay muchos más) para acompañar a mi Mac, tan listo él, tan imprescindible, tan buen compañero.

Ya se ve, estoy pesado.

*La ilustración corresponde a una de las fotos citadas de Víctor L. Gómez titulada, para entendernos, Del pino, 40x53 cm.