viernes, 29 de febrero de 2008

FEBRERO NOMBRE DE FIEBRE


Aunque no sea así, aunque se acabe de repente el día veintiocho y cada cuatro años el veintinueve. Febrero purificador, purgador, centro del invierno y sin embargo su despedida. Febrero de depresiones tras el difícil parto, el incómodo, el real, febrero de exámenes finales y de decisiones graves. Invierno puro, casi silencioso y aunque no lo parezca, lento.

Hemos terminado febrero sin hablar casi nada de Lourdes Fernández que después de todo sólo nos parece una señora aburrida, ni del señor ministro, que otro que tal, tan plano con esa cara de comedido, ni de los santos inocentes que escriben en papel y a los que es más fácil criticar en la pantalla. Nosotros también escribimos en papel, y ya hace demasiados años, aunque con esos altibajos propios de los que no cobran por ello. O cobran poco.

Pero se nos ha ido de la mano, en papel y en la pantalla, este febrero que de loco no le queda ni el refrán: el primer piso de una cafetería de la Gran Vía, domingo por la tarde, anocheciendo, un sándwich mixto y un té con leche, en la mesa de al lado tres empleadas de la Telefónica solteras y maldicientes, en la de enfrente una pareja de setentones cogidos de la mano, hablando del pasado, junto a la barra de abajo el limpiabotas y a su lado un febril devorador de gin-tonic. Pocos taxis, poco todo. Febrero puro.

Nota: La ilustración es de ©Nacho Cadiñanos, fotógrafo y amigo, y está tomada en la pasada edición de ARCO. Pasada.

lunes, 25 de febrero de 2008

ANIMAL FARM

Mi amiga Nené, piadosa, comprensiva y muy amble lectora, me ha mandado un mail de sobremesa donde me decía que tenía que correr (sic) a leer La Contra de La Vanguardia de hoy. Lo de la prisa era más una metáfora de la mía y espero que no de la suya. Pero he corrido algo más tarde (ahora mismo) para leer la entrevista que le hace hoy Lluís Amiguet, el mejor de los tres redactores de esa página (y el más guapo), a Jean Clair, ex conservador del Pompidou, ex director del Picasso de París y comisario de exposiciones, entre ellas la actual de Zoran Music en La Pedrera de Barcelona.

Monsieur Clair va de sobrado, y mucho, y se permite lindezas varias en la pizpireta entrevista de Amiguet: “No me interesa ARCO. Cuando voy a exhibiciones (sic) de arte contemporáneo me aburro”, una, la primera. “Reflejan” (las exhibiciones) “la vida de hoy (…) la vida de la que ese arte es fruto y que llevamos la mayoría es fútil, frívola y superficial como él”, la segunda. Y la tercera y última, para mí: “Estamos vegetando al compás del mercado: comemos, dormimos como animales en una granja próspera y bien surtida: comer y dormir, sexo: ¡la granja de Occidente! “. Fin.

La entrevista sigue un rato más pero monsieur Clair ya me ha puesto nervioso nada más empezar. Que no le interese ARCO puedo comprenderlo. Se trata de una feria y aunque tiene bastante de exhibición no tiene nada de exposición. A una feria se va a lo que se va, unos y otros, y si uno se aburre pues se queda en casa dejándose amamantar por Picasso en Vallauris, por Barceló en Bamako o por Zóbel en Cuenca, que no son más que ejemplos. Si su vida es fútil, frívola y superficial, la vida que parece llevar monsieur Clair, pues peor para él. La nuestra y la de gran parte de nuestros amigos se resume fácil pero no superficialmente: tantos artículos, tantos cuadros, tantos lo que sea al mes, menos el 15% del I.R.P.F., total tantos euros. De superficial nada. Real, tributaria, atrabiliaria o contenida pero profunda, por lo menos tan profunda como el I.R.P.F. Y lo de vegetar, eso se lo dirá Usted a todas, monsieur Clair. Comemos y dormimos bien, ¡faltaría más!, aunque a veces nos visite la pirosis o el insomnio. Pero en una granja vivirá Usted, con todos mis respetos, aunque me gustaría saber en qué quartier de París, si es que vive en París, exactamente. Si vive en el XIV o en el XVI, ¡le cambio mi casa por su granja!.

viernes, 22 de febrero de 2008

INGRES (FERNANDO CASTRO)


Primero he pensado en la ilustración y luego en el texto. Casi siempre lo hago así, seguramente por inseguridad o a lo mejor por falta de recursos. Literarios. La cuestión es que he ido a parar hasta la fascinante Angelica de Ingres, que está en el Louvre (¿está en el Louvre?) para ilustrar y de paso titular este post.

Lo que quería decir, pero me ha parecido excesivo como título, es que ¿por qué me seguís leyendo a mí, escasos y encantadores lectores, en vez de a Fernando Castro Flórez?

Me he enterado esta mañana gracias a Jorge, fiel lector y encantador (y reciente) amigo: Fernando Castro vuelve a escribir en su blog. ¡Y de qué forma! Me encanta, me lo paso estupendamente conociendo paso a paso sus aventuras y desventuras en este mundo avieso y da la sensación de que tan privado. Todo lo que cuenta o insinúa sobre su cansancio en, antes y después de ARCO es un ejercicio, equilibrista, de literatura dietarial (¿existe?), bueno, muy bueno. Y muy divertido.

Dense una vuelta por su blog, piadosos lectores.

martes, 19 de febrero de 2008

ANDRÉS SERRANO



¿Por qué, después de tanto hablar, me sigue fascinando Andrés Serrano y sobre todo sus obras sobre la morgue? ¿Por qué me puedo quedar atrapado en esas imágenes y sin embargo sería incapaz de convivir con ellas? ¿O a lo mejor sí?.

lunes, 18 de febrero de 2008

EN JARRAS


En jarras nos recibió una guardia de seguridad impidiéndonos el acceso a la feria ARCO tras llegar a los lejanos pabellones con miedo de aparecer en La Alcarria.

-No es por esta puerta.
-¿Por dónde, pues?
-Por allí, nos contestó señalando un incierto destino con el mentón.
-¿Pone algo?

Entonces, muy profesional, muy women-in-blue, nos arrojó a la cara:

-Pues supongo que pondrá entrada.
-Muchas gracias, señorita.

Y entonces sí que nos odió. ¿Deberíamos haberla llamado señora o agente o algo más directo, “mi querida señorita”, por ejemplo? ¿Nos hubiera denunciado, en ese caso, por acoso sexual? ¡Habríamos salido en ABC!

Pero no. Entramos por la puerta que ponía “Entry” (luego saldríamos por “Exit”), nos presentamos en el “Desk”, no nos hicieron un corte de mangas de milagro, en español de Alcorcón, y a partir de entonces nos sumergimos en un paraíso internacional (“save the white bar, please", gritaba un galerista, horrorizado) con vistas al campo español y con un tufillo sospechoso a carne asada (pechugas de pollo, churrasco, lomo) conforme nos íbamos acercando a los restaurantes, supongo que para abandonar de una vez la zona internacional y entrar de lleno en el hogar patrio.

No le echo la culpa a Lourdes Fernández, ni falta que nos hace. Porque seguramente no hay culpables. Ni sé si habían vendido mucho el sábado (no habían vendido mucho) aunque Miguel Marcos estaba tan fresco, Juana de Aizpuru no estaba, Pepe Cobo tampoco, Norberto Dotor quizás un poco más gordo, Guillermo de Osma un poquito más calvo (aunque llevaba una chaqueta preciosa), Soledad Lorenzo, esa sí que sí, impecable, encantadora, con el gesto justo, Rafael Ortiz en su sitio, afortunadamente, Álvaro Alcázar nervioso (pero con sus flores, las únicas de la feria, preciosas), Carles Taché cejijunto, claro está, Helena Tatay retocando no se sabe qué, Ferrán Cano aturullado, Toni Tàpies muy entretenido, y muy preocupado, hablando largamente con Manuel Borja-Villel, Oliva Arauna gesticulando mucho (¿está más alta?), los Siboneys muy relajados, Antonio Machón muy nervioso y, en general y en nacional, más o menos como siempre. Lo mejor, el mobiliario, porque cada uno se lo trae de su casa. Lo peor, la moqueta, porque la ponen ellos. Aquí no ha cambiado nada.

martes, 12 de febrero de 2008

A CADA BUGADA PERDEM UN LLENÇOL




  • Como suponemos que sigue sin leernos nadie, incluso Alberto Ruiz de Samaniego, vamos a seguir escribiendo lo que se nos ocurre, cosa que tampoco está tan mal y sobre todo a estas horas y a estas alturas, bajas todavía, del siglo.

El dicho, más que refrán, catalán tiene una traducción pobre pero una aplicación (un escolio) más que suficiente: “en cada colada perdemos una sábana”, lo que en español queda un poco rudo y algo demasiado evidente pero que en la lengua de Carner, ¡en la nuestra!, resume cantarina y sobriamente algo de lo que queremos decir. De tanto hablar nos vamos a quedar secos y lo peor es:

1. Que nos lo sabemos de memoria.
2. Que nos da igual.
y 3. Que como no se trata de una verdad absoluta la podemos manejar a nuestro antojo.

Nosotros vamos a seguir haciendo “la bugada” porque nuestra lavadora es más manual que otra cosa. Aunque sigamos perdiendo parte de nuestro ajuar.

DESPERADO


Nunca entendí muy bien el título de la película de Antonio Banderas, no me gustó la película ni tampoco me gusta Antonio Banderas. No me gusta que haga frío, que se nuble de repente, que el mes de febrero sea el mes del examen final.

Porque de eso se trata cuando se habla de las galerías españolas. ARCO es un examen que hay que pasar cuando de lo que debería de tratarse es de enseñar su trabajo (el de las galerías y el de los artistas), promocionarlo y venderlo. Pero no. Desde siempre los galeristas españoles parece que han estado más pendientes de la imagen que iban a dar que del resultado real de los propósitos de una feria comercial. Y me incluyo, en pretérito (un pretérito bastante imperfecto y demasiado compuesto).

Aún recuerdo, espeluznado, el paseo de los miembros del Comité (alguno aún está o vuelve a estar ahí) por los pasillos cuando, horas antes de la inauguración de la feria, los pobres galeristas estábamos taladro en mano y siempre con riesgo de electrocutarnos con un foco. Las sonrisas, cómplices o no, y un temblor en las piernas que los vecinos de stand extranjeros no podían entender. A ellos les pasaban otras cosas. A un emérito matrimonio suizo que estaba frente a nosotros estuvieron a punto de atravesarles un espléndido tàpies que tenían apoyado en una columna con un toro mecánico conducido a toda velocidad por un insensato. Y el Comité sonrió. Otro matrimonio alemán me preguntaba atónito por qué les seguían reteniendo en la aduana (la aduana de la Feria) sus cuadros, la cosa estaba a punto de inaugurarse y nadie les entendía ni en inglés ni en alemán ni en nada. Y el Comité pasaba de largo, sonriendo, los pobres españoles seguíamos luchando con el taladro y con los focos y discutiendo a voz en grito con cualquier empleado que, siempre, te plantaba cara. En español castizo.

No me gusta el mes de febrero. Llevo muy mal el recuerdo helador de un Tribunal socarrón, vestido de luto y con una fusta a la espalda que me iba a seguir examinando el resto de mis días. Desperado.

lunes, 11 de febrero de 2008

MADRID EN VILO


O a lo mejor no tanto. Mañana martes se entreabren las puertas de ARCO y el miércoles ya lo harán de par en par, sin fanfarria (¿por qué no una fanfarria o un fragmento de la banda sonora de Moros y Cristianos, de Berlanga, tan IFEMA?).

Lo mejor, antes de la apertura, el artículo de Laura Revuelta en ABCD del sábado pasado, Para no perderse, donde nombra, y creo que por primera vez, el spanglish de los nombres de Solo Projects o Performing Room, aunque se queda en un soso english más manido que otra cosa. Cursi, sobre todo. Pero aunque a Laura Revuelta no le parezca tan grave la criba de galerías españolas (“diez menos, tampoco es tanta…”), a nosotros sí. Y a los cribados no digamos.

Hyundai es el “vehículo oficial ARCO 2008”, y sobre todo su modelo “i30” que presentan bajo el lema de “Inspiración, innovación, idealismo… Arte y nueva generación i, simbiosis perfecta”. Otra cursilada por mucho que lo hagan en otras ferias de arte extranjeras y con esa especie de coche encofrado que seguramente sacaría de sus casillas a Wolf Vostell. Además, Hyundai tampoco es una gran marca.

Pregunta (al vacío): ¿recuerda alguien el magnífico stand de una galería ¿alemana? ¿austriaca? en el ARCO de ¿1985? (tendría que subir al piso de arriba para buscar el catálogo y me da pereza) donde Vostell cubrió todo el suelo de cemento, unos 36 metros cuadrados, de pimentón extremeño y colocó unas ovejas, diez, doce, aparentemente embalsamadas y patas arriba? Todo ese sector de la planta baja del antiguo Pabellón de Cristal de la Casa de Campo, el famoso pabellón 10 de la película de Berlanga, olía a pimentón de una forma brutal y extraordinaria. A mí, entonces, me pareció sensacional. En los periódicos ni lo nombraron (poco, muy poco caso se le hacía a Vostell en España).

Fernando Durán, prestigiosa y considerable sala de subastas, organiza el viernes una sesión de “Arte contemporáneo y del siglo XX”, distinción que nos ha llamado la atención por cuanto se le supone contemporaneidad a una cierta vanguardia y “siglo XX” a todo lo demás. O eso parece. Aunque la subasta suena interesante no deja de sorprenderme la división. Evidentemente todo el siglo XX fue contemporáneo de los que lo vivieron (nosotros, por ejemplo), figurativos, abstractos, surrealistas o pop, o lo que hiciera falta. ¿Fue menos contemporáneo Moreno Villa y más Alberto García Alix? ¿Clavé o Chema Cobo? ¿Juan Ugalde o Chillida?. En fin.

El fin de semana estaremos en Madrid, como buenos provincianos. Saludaremos a quien haya que saludar y prometemos portarnos bien. Es la fiesta nacional de nuestra patrona, o patrón (¿ARCO es masculino o femenino?), y contaremos lo que podamos. Aquí lo más banal (o no) y en otro sitio lo más profundo. Aunque luego nos da vergüenza y lo hacemos al revés.

Nota:

La ilustración se trata de una foto no demasiado buena (bastante mala) que habíamos encontrado hace tiempo en la red. Juana Mordó, tan guapa, tan pizpireta, con esa cara tan inteligente, acompaña o es acompañada por un Antoni Tàpies ceñudo, un Joan Miró exultante y un Rafael Alberti preocupado por sí mismo. Cada año, por estas fechas, recordamos más a Juana y le echamos un rezo, más o menos laico, para que nos proteja sobre todo de las malas intenciones. Y lo hago en serio y se podría decir que con devoción.

lunes, 4 de febrero de 2008

FERRÁN GARCÍA SEVILLA




Buen palo le pegó Miguel Cereceda a García Sevilla el sábado pasado en ABCD. Nos hemos reconciliado, francamente, con el crítico que ha escrito una crónica de lo más volandera sobre el artista, con un gracejo especial y, precisamente, con buen espíritu crítico. Desde el título, El arte de escurrir el bulto, hasta las afirmaciones no digo ya rotundas sino rotundísimas a las que parecía que ya nos habíamos desacostumbrado. Y con estilo, con buen estilo y bastante gracia.

A pesar de la exposición, o quizás por culpa de ella, recordamos que siempre nos hemos sentido bastante próximos al artista, a su deambular, primero con muchísima energía, luego con alguna duda de más, pero con la sensación de que seguía en forma. Pero los recuerdos nos suelen traicionar y los críticos, afortunadamente, son de mucho recordar.

Hay algo en los antiguos profesores de la facultad de Barcelona (no sé si García Sevilla lo es aún) que parece que les una y a la vez les despegue de la abstracción “Tàpies” por un lado, “Ràfols” por el otro. No sé si me explico. Y no sé si me explico a mí mismo porque estoy convencido de que esto no lo lee nadie. Hay un complejo Tàpies en los más ortodoxos, en los más matéricos (estamos hablando de pintores) y un “deje” Ràfols en los otros, los líricos o liricistas o lirizantes. En Madrid los abstractos, y los pintores en general, lo tienen más fácil. O lo tenían. Los de Cuenca en Cuenca, los del barrio de Salamanca en el barrio de Salamanca y los demás, heterodoxos. En Barcelona los liderazgos eran más nítidos (por decir algo), no hay geografía que valga y las galerías haciendo a pelo y un poquito a pluma. Aunque no mucho.

Y en ésas, en esas rotundidades casi programáticas, se han perdido o se han despistado o han quedado como diluidas bastantes buenas carreras, pintores considerables que lo más lejos que han llegado es a la rue du Bac, lo que tampoco está tan mal, pero con los que no se cuenta nunca. O se cuenta poco.

No vamos a hacer ninguna lista de pintores “que podían haber sido“ porque me parece irreverente y hasta cierto punto inmoral. Pero lamento haber perdido de vista a bravos artistas que habían iluminado el panorama con algo más que luces (con trabajo, por ejemplo) y que, o me he despistado o no sé dónde están. Sólo voy a citar a Albert Gonzalo, que en su día, cuando vi no sus primeros sino sus segundos cuadros, me gustó mucho y que también había sido o a lo mejor todavía es profesor en Sant Jordi.

Se me ha ido el santo al cielo y el recuerdo, en este momento, está en un cuadro espléndido de Xavier Grau, no muy grande, que un antiguo cliente le compró a la antigua galería Maeght a bastante buen precio (circa 1988). Supongo que aún lo debe de tener en su casa de La Coruña y que sus devociones todavía deben de ir por ahí. Las nuestras, también.

Nota:

La lustración corresponde al cuadro titulado Bol 5, de Ferrán García Sevilla, acrílico sobre tela, 200 x 200 cm., fechado en 2005, perteneciente a la Galería Joan Prats, de Barcelona, y exhibido en las páginas de Artnet.