jueves, 31 de enero de 2008

SANTIAGO SIERRA



No vamos a hablar mucho más de la exposición de Santiago Sierra en la Lisson, ni a liarnos con Piero Manzoni y sus latitas de Merde d’artiste, bastante explícitas ya, ni con las sospechas de materias fecales en la primera, en la segunda y hasta en la tercera abstracción. Española y extranjera. ¡Qué feo es eso de extranjero!.

La Petite Claudine, muy en su tono habitual (muy periodista), ya lo ha hecho bastante bien.

Nota: no tiene nada que ver (o a lo mejor sí) pero ¿alguien se acuerda de Luís Claramunt, un muy buen pintor al que parece que sólo le hizo caso (un poco) Juana de Aizpuru? Hablaremos otro día de Luis Claramunt, poeta gitano, entrometido, tímido, entreverado entre dos figuraciones que no lo aceptaron nunca.

martes, 22 de enero de 2008

PEPE ARENSE



Hace apenas media hora me enterado por la calle de la muerte de Pepe Arense, galerista de cuerpo entero, señor de Medinaceli, pulcro, elegante como ninguno, cuidadoso, prudente, mordaz y una palabra que para nosotros resume todo lo bueno resumible: encantador.

Mantuvo durante años, y algunos de ellos bien difíciles, la galería en los altos de su espléndido hostal justo enfrente del arco romano de Medinaceli, atravesado por la luz castellana pero nunca herido, una especie de Caneja al revés. Los campos de Castilla acababan a la puerta de su galería, a veces se metían dentro y esos ocres, esos amarillos y esa pincelada siena que quería ser el cielo dibujaban su paisaje diario, el cuadro de su vida, 114x146, algo apaisado. Y qué fácil sería decir ahora que era apaisajado y apasionado.

Representó a sus artistas hasta el final, los defendió, los expuso, los cuidó, los vendió bien y los rodeó de una fidelidad y de un cariño extraordinarios: Juan Cruz-Plaza, Dis Berlín, Pelayo Ortega, muchos de los del Muelle de Levante, Jesús Alonso, del que tengo un cuadro pequeño y estupendo aquí al lado, los de Dos y Una y los clásicos.

A Pepe, a don José Arense Medina (José Luis en el D.N.I., Pepete para los muy amigos) nunca le dejaron tener un stand en ARCO, y revolvió cielo y tierra y se lo merecía más que muchos. Aunque no se trate de merecerlo sino de dejar que los buenos profesionales enseñen y vendan su trabajo. Tampoco le han hecho caso los periódicos, aunque supongo que porque Juan Manuel Bonet, muy buen amigo suyo, ya no escribe en ABC y hubiera sido el que le dedicara una glosa como es debido. Los tiempos se están poniendo más que difíciles para las personas honradas. Pero es que el río no está ni revuelto ni nada (está vulgar, reseco) y las ganancias de los pescadores son tan vulgares como sus métodos.

He subido al taller a buscar los catálogos que Pepe me enviaba puntualmente, tan pulcros, tan bien editados. Hace años le mandamos un texto para el catálogo de la exposición de Cruz-Plaza y lo titulamos, bastante atrevidamente, Un encuentro anunciado. El texto lo encabezaba un verso del poeta Francisco Pino a modo de cita: “Castilla / se ha reducido / a esta calle / de repente”.

Así se me ha quedado el corazón, el alma, la cabeza, el tronco y las extremidades, Pepe. Reducidos a esta calle, de repente.

domingo, 6 de enero de 2008

LA MARCHA RADESKY



Estoy seguro de que es gracias a los blogs que los críticos actuales acometen su trabajo con un espíritu (y una letra) distintos. Félix Romeo nos contaba ayer en ABCD qué es lo que él lee y qué es lo que hay que leer “algo resacoso” en la primera mañana del año, esa mañana (decimos nosotros) acompasada por la tremenda Marcha Radesky y los slalom gigantes. Algo estrepitosa de más, pues.

Fernando Castro Flórez, el mejor crítico español de arte de este momento, nos dicta en el mismo medio y páginas después su crónica sobre el libro de Umberto Eco, Historia de la fealdad, escrita la pasada Nochebuena. Los detalles autobiográficos, dietariales, si es que puede decirse, salpican, como en un blog, al crítico. Al buen crítico. El mismo Castro Flórez ha venido publicando un blog estupendo que lamentablemente ha clausurado el mes pasado.

La Navidad parece que aproxima incluso a los severos críticos. Aunque no hay que confundirse. Hay quien sigue ejerciendo el oficio con su habitual tono adusto (no sólo son adustos los gestos) y quedamos presos de la sensación de asfixia que producen sus textos atiborrados de citas, de viajes al Parnaso, de idas y vueltas a Ítaca, excursiones a Rapallo y ascensiones algo trabajosas al monte Ventoso: quizás, y me lo digo a mí mismo, escribir “en” la biblioteca no sea el mejor recurso literario. Pero a mí de momento no se me ocurre hacerlo a pelo.

Pues en ese otro tono, con ese tono vivaz, publicó hace unos días nuestro crítico preferido el mejor texto en español de todo 2007, Petrificación del deseo, sobre la exposición de Robert Mapplethorpe que está teniendo lugar en la galería de Pepe Cobo. Escrito con soltura, con ironía, con requiebros, sabiendo muy bien de lo que habla, y no es fácil porque de Mapplethorpe se han dicho muchas cosas. Supongo que Castro Flórez conoce lo que dijo Warhol no recuerdo bien dónde cuando estaba enfadado con el fotógrafo: que era un mentiroso y que le olían los pies. No sé si llegaron a reconciliarse nunca pero incluso artísticamente no se trataron muy bien. Las fotos del uno sobre el otro, tan conocidas, se alejan del sentimiento piadoso de la vida, ese sentimiento que no hay manera de que aflore en nosotros con según quién. Con Joseph Strauss desde luego que no.