miércoles, 31 de octubre de 2007

ADRIANA LECOUVREUR



Para acabar el mes como es debido, en un salón de la Comédie Française, por ejemplo, como en el primer acto de Adriana, vamos a guardar un silencio cauto hasta que tengamos una buena noticia. El artículo de hoy de Bea Espejo en el suplemento Culturas de La Vanguardia sobre Ignasi Aballí no es una noticia. Ni buena ni mala. El silencio estructural después de dos o tres barbaridades en los espacios institucionales, tampoco. Que no haya noticias no quiere decir necesariamente que sean buenas noticias. Hasta que el silencio, espeso y ajeno, no se disipe, callados. Claro está (¿hasta mañana?).

domingo, 28 de octubre de 2007

¡AY DEL POBRE QUE TENGA QUE SER PROMOCIONADO!



Eduardo Arroyo nos regaló ayer en Babelia uno de los mejores si no el mejor artículo que se ha escrito sobre ARCO desde su creación, hace ya bastantes años. Eduardo Arroyo escribe bien y, como se suele decir, no pierde ripio. Porque ripiosas son algunas de las secuencias de la historia de la feria y rijosa, en la primera acepción del diccionario de la Academia, la secuencia final o prefinal, la conclusión a la que ha llegado el comité de selección y los chicos o las chicas de Lourdes Fernández, la actual directora ya no tan flamante. Flamígera parece, y lo es porque sí.

Porque la exclusión, por decirlo de una forma elegante, de ¿24?, ¿48? galerías españolas, muchas de ellas con una profesionalidad a prueba de años y de dineros, es el peor y el mayor ejercicio de papanatismo, de falta de pudor y lo que es peor, de falta de vergüenza. Arroyo no lo dice así, pero casi, pero esto es un blog que lee muy poca gente y que me sirve si no para comunicarme, que a lo mejor, sí para verter por escrito el lamento por la tradicional estrechez de miras de esos presuntos profesionales de la moqueta gris, adictos al uniforme negro, a la emergencia, a la subvención y al cotilleo.

Hay que leer el artículo de Arroyo, y darle la razón. Desde su opinión, larga, afilada, sobre el pobre Alberto Ruiz de Samaniego, al que deja descabezado (maltrecho ya lo estaba desde la inauguración de la Bienal de Venecia) hasta la revisión del pasado tortuoso de la feria tantos años en manos de Rosina Gómez de Baeza (“aquella malísima gestión”) y de “sus potentes y temidas asesoras talibanas” con las que no es cruel porque sí, con las trufas, amargas, de anécdotas sangrantes, llega a una solución memorable al solicitar dos comités distintos, uno para el pabellón histórico, al que no llama así, y otro para “el otro”.

El pintor escribe bien, muy bien, pero deja sin embargo a varios títeres sin descabezar. Supongo que ya lo harán los otros y que todo esto no quedará como siempre en una charla apresurada en los corrillos, en las inauguraciones del Reina, en las reboticas de las galerías, en los estudios de los pintores. Porque al final, sin embargo, sigue quedando ese rumor de calamares fritos, esa azafata con un zapato puesto y otro quitado, esa ruina moral del galerista honrado al que le ha vuelto a entrar frío de repente, después de haber pagado tantas facturas, de haber hecho antesala ante un jefe de servicio de artes plásticas de su gobierno autónomo, de haber mendigado unos metros más, un pasillo decente, una mirada menos oblicua del carpintero que le ha vuelto a clavar, después de tantos años, una alcayata en medio de la pared inmaculada.

domingo, 14 de octubre de 2007

HERRUMBROSAS LANZAS




Antonio Murado es un pintor (literario) que siempre nos ha gustado. No conozco demasiado bien sus últimas obras pero, al verlas reproducidas, me vuelve ese regusto pastoso y bien elaborado, entre la emotividad y la elegancia, con el que construye sus hermosos cuadros. Antonio Murado es un artista elegante, culto, buen pintor y cuidadoso. A lo mejor demasiado porque los que necesitamos (yo me incluyo, humildemente) un apoyo literario lo solemos (lo suelen) hacer con cuidado. Con cuidado de que no se note, a lo mejor, o con cautela. Pero eso tampoco está tan mal.

Lo que no puedo entender en absoluto (siempre parece que me estoy quejando) es el poema que le dedicó ayer y con un título tan dramático Alberto Ruiz de Samaniego al pintor en su presunta crítica en ABCD. Y digo presunta porque tras esa larguísima loa a la herrumbre y a los cenagales, tras ese requiebro benetiano el crítico, que otras veces ha firmado cosas muy legibles, se hace un lío, una maraña, una helada vaporación, una escena wagneriana, y empieza con Pound y termina con Elliot y, a pesar de que he leído el texto dos veces (¡valor!), no he sido capaz de desenredar el entuerto, de pulir ni las lanzas ni las picas ni las alabardas, ni de adivinar el paisaje, el edificio, el pétalo o la redención.

Lo que de verdad no puedo entender es qué falta le hacen ni Pound ni Elliot a Antonio Murado. ¡Si hubiera sido Leopardi!

lunes, 8 de octubre de 2007

PALABRA DE BOY SCOUT



Nunca fui boy scout y tampoco aficionado al excursionismo. El plein air que a duras penas me imponían mis padres solía empezar a las nueve de la mañana y terminar a las dos de la tarde de los domingos infantiles con poca convicción por mi parte pero sin ninguna queja. Pero admiro a los excursionistas con complejos, como Perejaume, y a los que no los tienen (o eso nos parece) como Hamish Fulton.

El otro día nos quedamos con un pié en el estribo de la exposición La Imatge de l’Animal y con su catálogo. Hemos repasado el catálogo, de pies a cabeza, hemos leído (o vuelto a leer, no lo sé bien) casi todos los textos pero sobre todo el profesoral de don Julio Caro Baroja, tan entretenido y tan entendedor, el magnífico, sorprendente y brillantísimo de Joan Perucho, Breu fabulari d’animals marins (Breve fabulario de animales marinos), del que ya hablaremos más extensamente en otra ocasión y también, y especialmente, el de Juan Muñoz, Els primers/Els darrers (Los primeros/Los últimos) traducido al catalán porque es el idioma del catálogo que manejamos.

Hacía un rato que nos habíamos atrevido, algo atragantados de antemano, con el artículo que Babelia le publicó el sábado a Perejaume, Luz y estiércol, dentro de un monográfico bastante aceptable titulado Viaje a la cultura catalana y editado con motivo de la presencia de la edición catalana en la Feria del Libro de Frankfurt.

No hace mucha falta leer el texto que parece que acompaña la intervención de Perejaume en la Feria, un vídeo con la imagen de una bandera ondeante con la leyenda “Paraula” (“Palabra”) impresa proyectado en una pantalla de 5x7 metros, que también parece que apadrine, mezquina y brossianamente el aterrizaje catalán pero que seguramente no pretende nada (decimos “mezquino” por el apropiacionismo feroz de Perejeume y “brossiano”, claro está, porque no se trata ni de un homenaje a Brossa).

La cuestión es que no pudimos menos que comparar los dos textos, el de Juan Muñoz, brillante, enjuto, tenso y lleno de ideas, lleno de ideas para contar, y el del de Sant Pol de Mar, banal desde el título, apagado desde el primer párrafo, fatuo desde el segundo, desmadejado, blando y sin ninguna idea. Y desde luego sin ninguna idea para contar. La mejor frase, destacada en negrita, reza que “el barroco catalán no es un barroco emergente, sino un barroco sumergido”. ¡Toma ya!. Y luego se atreve a pasar revista al arte catalán desde La Masía de Miró hasta los “brutales grafismos” (sic) de Tàpies, a comparar las lámparas del arquitecto Jujol (preciosas, de todas formas) con "la guitarra cubista" de Picasso (¿qué guitarra, cual de ellas?) o a hacer una auténtica ensalada con Josep Carner, Joaquim Mir y Joan Amades.

Juan Muñoz, uno de los diez artistas españoles más interesantes del último siglo XX, habló de los pintores de 1984 con rapidez pero con precisión, con sentido común y con desparpajo. No puedo entender, de verdad que no puedo entender que veintitrés años después en uno de los suplementos de cultura más leídos en español quepa semejante despropósito. Podían haberle dado cualquier otro tema a Perejaume: ¿la historia del excursionismo catalán en la década de los setenta?. Seguramente hubiera puesto una pica en el Montseny con la palabra “excursió” (“excursión”) ondeando en un gallardete. Madonna!

N.B.
: La ilustración corresponde al bellísimo cuadro de Víctor Mira titulado Impropmptu, óleo s./tela. 50x40 cm., 1988. El copyright pertenece a la Zellermayer Gallery, de Berlín.

jueves, 4 de octubre de 2007

NATURAL HISTORY



Como parte de mis ejercicios nocturnos de ascesis y en un alarde de humildad y a la vez de sentido de la realidad, me he puesto a rebuscar un poco, tan sólo diez minutos, en la sección 1980s de mis pobres anaqueles. Y he escogido un par de libros y varios catálogos. He cargado con ellos (los libros de arte están en el piso de arriba, en el taller) y desde hace un rato me estoy entreteniendo con el pretérito y emérito catálogo de la exposición La Imatge de l’Animal, con esas mayúsculas ahora tan irreverentes.

El catálogo, es sabido, corresponde a la exposición que comisariaron Juan Muñoz y Josep Miquel García (¿qué ha sido de Josep Miquel García, que era tan encantador?) en 1984 para la Obra Social de la Caixa de Barcelona de entonces.

Nos lo hemos pasado bien. Mañana, si estamos más descansados, hablaremos un poco más de todo eso: comisarios, artistas, catálogo, textos y, desde luego, de la exposición, que tanto nos gustó entonces, tan salvajes y tan bien educados.

lunes, 1 de octubre de 2007

CONVERSATION PIECE (COTILLEOS)



Acabo de recibir un mail con la lista “definitiva” de las galerías españolas excluidas de la próxima edición de ARCO. La semana pasada estuvimos hablando bastante de todo eso pero a estas horas (y a estas alturas) la lista no hace más que confirmar nuestras sospechas: se han equivocado otra vez.

Porque se trata, precisamente, de esquilmar. Y eso es lo que trasciende, desgraciadamente y, a veces, lo único que trasciende. No sé si los periodistas le van a dar bombo al asunto, de momento. Depende de lo que se muevan Cuevas o los Gómez-Acebo, aunque poco pueden hacer. Pero me parece espantoso que un comité con complejos prescinda de veintiuna galerías españolas con pasado, con un buen dossier, con miles de temporadas históricas y con bastante salero porque hay que ensanchar horizontes.

Lo peor (y todo esto me lo estoy diciendo a mí mismo) es que la historia se repite y que la memoria se ignora. Todavía quedan complejos con los vecinos e incluso con los parientes. Y ARCO debería de ser ya, de una vez, una feria de arte contemporáneo y no un patio galdosiano perfumado de garbanzos y chorizo y aderezado con los gritos de la portera.

La pobre Evelyn Botella no ha dicho gran cosa, ni la dirá, pero la siguen queriendo en Colonia y la llaman de tú en Basilea y, además, es una señora. A Nieves Fernández le tienen manía desde hace siglos, a lo mejor porque era la única que ponía un ramo de lilas sobre la mesa, cuidando de no tapar un tàpies esplendoroso y para hacer compañía a una terracota de Chillida. Adolfo Sobrino se ha partido el alma, y lo sigue haciendo, desde su tierra y cuando aterriza en Madrid, le echa arrojo y valentía y no pierde la sonrisa. Manuel Ojeda lleva siglos enseñando cuadros espléndidos (¿alguien se acuerda de un teixidor amarillo de hace más de quince años, que iluminaba todo un pasillo, siempre en el fondo?). Y los altxerris, tan pulcros, tan cuidadosos, tan buenos galeristas.

Todos ellos, y algunos más, se han seguido gastando los cuartos, haciendo de tripas corazón y echando su cuarto a espadas durante muchos años. Unos más que otros pero esto no se trata de un ranking ni de cualquier estupidez parecida.

Lo que no entiendo es con qué cara van a mirarlos sus presuntos colegas cuando paseen ante sus stands, si es que lo hacen, cuando visiten sus galerías, si es que se atreven, o cuando quieran hacer algún negocio juntos, si es que, en fin, tienen la desfachatez. Porque no se trata de dinero, aunque así lo crea Evelyn, sino de cortedad de miras. De poco estilo, de malas formas, de ordinariez, vamos.

Si en el próximo ARCO veo a alguno de los resistentes, de esos que siguen y seguirán condenados a los pasillos oscuros, los “F” o “G” o “H” o como quiera que se llamen, sin muchas arrugas en su traje de siempre y sonriendo, les voy a decir algo.

O a lo mejor no.